Existe una fábula sobre un ciempiés: Una vez iba un ciempiés caminando alegremente por el medio de un bosque cuando se encontró a un sapo. El sapo, al tiempo que contemplaba al ciempiés, le preguntó: -Oye, ciempiés. ¿Cómo haces para no equivocarte al andar con tantas patas? ¿Cómo consigues que todas esa maquinaria funcione a la perfección sin tropezarte? Por ejemplo, ¿en qué posición está tu pie derecho 16 cuando tu pie izquierdo 28 está avanzando? – El ciempiés quedó un momento pensativo pero enseguida contestó. -Es muy sencillo amigo sapo, primero adelanto el pie izquierdo… no, un momento… es el derecho. ¿O no? en realidad adelanto las dos primeras patas derechas para luego… espera… De este modo el ciempiés que siempre caminaba y caminaba armonizando sus pies, se puso a pensar, a indagar, a estudiar la pregunta del sapo y jamás volvió a caminar con su elegancia.
El arquitecto es como un ciempiés que lleva mucho tiempo sin hacer la actividad que le es propia con armonía. Y como muchas otras profesiones, puede que ni siquiera tenga ya una actividad propia. Pero si hay alguna, esa es hacer una casa.
Hacer una casa es un trabajo que aceptaría cualquier arquitecto, por lo que es de interés preguntarse ¿cómo trabaja un arquitecto a la hora de hacer una casa? Respondiendo a esa pregunta a la vez que practicamos el hacerla, quizá podamos encontrar definiciones valiosas sobre cuál y cómo es la actividad del arquitecto.
El curso, sin embargo, no pretende llegar a UNA respuesta sino a MUCHAS. Una por cada alumno.
Por tanto, trabajaremos las dos condiciones paralelas en el proceso de hacer una casa, ambas específicamente arquitectónicas. Una es evidente, material: proyectar y construir; y la otra es teórica, la que nos informa, a veces sin ser conscientes, sobre qué es lo que se supone que debemos hacer a continuación.
Pero, ¿realmente pueden separarse?
En este curso vamos a hacerlo para luego ir, poco a poco y conscientemente, armonizándolas. De forma que, cada uno, aprenda a formar hábitos de pensamiento y acción que le permitan no tropezarse a cada paso.
La primera condición no tiene que ver con la definición arquitectónica más o menos acertada de una vivienda, sino más bien está relacionada con el hecho de complejizar y actualizar los procesos de su diseño y construcción: cómo se construye, quién la construye, con qué se construye, para qué se construye, dónde se construye.
La segunda condición no tiene que ver con el estudio de teorías sobre lo doméstico, sino está más relacionada con cómo se desarrolla una teoría propia sobre ese proceso de diseño y construcción: cómo se trabaja esa teoría, cómo se implementa, qué herramientas se necesitan.
Si ya no hay certezas sobre cómo, o incluso qué, es una casa (igual que no las hay sobre cómo o quién es el arquitecto) vamos a aprender a construir las nuestras a la vez que proyectamos y construimos la casa.
No vamos a trabajar sobre lo doméstico, vamos a hacer la casa. La casa como necesidad, como algo concreto, actual, tangible. Para entendernos: aunque en el tiempo del curso no lleguemos a tener una casa hecha (si es que alguna vez alguna casa estuvo terminada), vamos a hacer los ejercicios prácticos que hacer la casa supone.
Tampoco vamos a interpretar teorías sino a definir e instrumentalizar una teoría propia que te permita operar de forma compleja con respecto al mundo.
Estas dos condiciones están íntimamente relacionadas. En este curso se plantea que el alumno explicite esta relación en su trabajo: “Una casa para María Langarita”
Pingback: ¿Cómo pensar en qué arquitecto eres mientras te conviertes en uno? - CoLabores